La interminable cumbre del clima de Durban ha demostrado que a los ministros de Medio Ambiente el desafío les viene grande. No está en juego el freno del calentamiento global, sino las relaciones de poder en mayúsculas, entre las potencias que se desvanecen, como la UE y EEUU, y las que emergen: China, India y Brasil. Sobre la mesa no está la reducción de emisiones de CO2, sino el dominio económico del planeta. La enviada india, Jayanthi Natarajan, lo resumió el viernes citando a la exprimera ministra Indira Gandhi para defender su derecho a crecer y emitir más CO2: “La pobreza es el mayor contaminador y el desarrollo es el mayor sanador”. India emite 1,5 toneladas de dióxido de carbono per cápita. China, seis. Alemania, casi diez. EEUU, 18.
El cónclave de la ONU, en el último minuto, luchaba anoche por pasar a la historia como el primero en el que todos los países se subieron a un mismo autobús, aunque sin saber muy bien hacia dónde se dirigía ni a qué velocidad. Han hecho falta 17 cumbres como ésta, 17 años, para acercarse a esa meta, exigida desde hace mucho por la comunidad científica.
Los delegados manejan una vaga hoja de ruta como acuerdo
El borrador de acuerdo que se manejaba al cierre de esta edición establecía una vaga hoja de ruta hacia un futuro “protocolo, instrumento legal u otro resultado legal” de reducción de emisiones en el que estarían por primera vez todos los países, incluidos EEUU y China, responsables de la mitad del CO2 expulsado por el ser humano. Ese acuerdo se empezaría a negociar el año que viene y estaría listo en 2015, para entrar en vigor “desde 2020”. Además, los países manejaban una prórroga del protocolo de Kioto, que expira en 2012. La segunda parte de este tratado, el único vinculante que actualmente controla las emisiones de CO2, estaría en vigor entre 2013 y 2017. Sólo cubre a la UE, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Australia. Juntos apenas representan el 15% de las emisiones mundiales.
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